Descubren en la UNAM posibles nuevos usos de fármacos viejos

Una hormona en desuso podría detener cáncer de mama y metástasis y un fármaco para infecciones urinarias, combatir dengue, zika y chikungunya

Buscando agua, encontró petróleo”, es una frase de una canción de Facundo Cabral que bien se puede aplicar al Viagra, fármaco creado para controlar la hipertensión, pero que, por casualidad, se descubrió que mantenía la “erección fuerte” en los viejitos.

Desde hace unos 15 años se experimenta con una teoría que postula la posibilidad de usos nuevos para viejos medicamentos. Aunque no tan viejo, el Viagra es uno de los mejores ejemplos de la viabilidad de ese postulado. Ahora genera “más lana” por su venta para tratar no la hipertensión sino la disfunción eréctil y no nomás en los viejitos.

Experimentos científicos en el mundo indican que la metformina, que se usa contra la diabetes, podría funcionar como anticancerígeno y algunos otros medicamentos para controlar la glucosa en diabetes, logran mejoría en pacientes con VIH.

Necesidad de maximizar

Encontrar nuevos usos a medicamentos viejos surge como necesidad de maximizar recursos en investigación para obtener más rápido un fármaco listo para una aplicación terapéutica distinta a la original.

Experimentar con ese fin en fármacos viejos tiene ventajas. Se ahorra tiempo, dinero y esfuerzo. Para empezar, dice el doctor Jorge Morales Montor, se trabaja con medicamentos que ya fueron probados y se sabe qué efectos colaterales tienen en humanos o animales.

Así que no pasan ya por todas las fases que todo nuevo fármaco debe aprobar. Fases que cuestan millones de dólares a las farmacéuticas, asegura el investigador de la UNAM.

Hay también la posibilidad de encontrar en menos tiempo un nuevo uso terapéutico a un fármaco, viejo o vigente, creado para una infección o patología específica. En general, desarrollar un fármaco efectivo (debe pasar por diferentes fases de pruebas hasta ser aprobado para aplicarse en humanos) “lleva entre 15 y 20 años”.

Farmacéuticas y grupos de investigación en el mundo se han dado cuenta del potencial terapéutico que podrían tener fármacos fuera o vigentes en el mercado para otras patologías. Caso concreto, en la actual pandemia, han sido los intentos de uso de cloroquina (fármaco contra la malaria), contra Covid-19.

En esa búsqueda científica la UNAM no se podía quedar atrás. Morales Montor y sus colaboradores del Instituto de Investigaciones Biomédicas ya tienen resultados preliminares prometedores sobre nuevos usos de dos que tres medicamentos “viejos”.

Hormona anticancerígena

Una hormona y sus productos que utilizaban los atletas para ganar masa muscular, ahora fuera del mercado por la prohibición de su uso (la dehidroepiandrosterona, y sus análogos), es un candidato a patentar por Morales Montor para tratar cáncer de mama.

El investigador de la UNAM descubrió que un epímero (molécula que se produce en el metabolismo de DHEA) in vitro inhibe la proliferación de células de cáncer de mama humanas y al aplicarlo intratumoralmente en ratones con tumores de mamá, impide el crecimiento de las células tumorales, pero también inhibe la metástasis por completo, “al 100 por ciento”.

El nuevo uso anticancerígeno de la hormona está en proceso de patente y en gestión para pasar a una fase preclínica. “Estoy abriendo una línea de colaboración con el Hospital 20 de noviembre y con el Hospital Militar para ver si lo empezamos a probar” en pacientes con cáncer de mama.

Canabinoide antitumoral

Morales Montor trabaja también con un canabinoide sintético, llamado WIN-5512, que tiene los efectos del cannabinoide natural THC (compuesto básico de la mariguana) que a nivel experimental tiene un efecto antiproliferativo importante: inhibe el crecimiento del parásito humano Trichinella spiralis y también el crecimiento tumoral. Normalmente los canabinoides se usan como analgésico, para mitigar el dolor; un nuevo uso que promete este canabinoide sintético es el de ser agente antitumoral.

La idea es ponerlo adentro del tumor, donde está la pelea con las células cancerígenas, para que el compuesto inhiba la replicación de las células tumorales, y entonces el microambiente inmune defienda mejor al organismo y controle “de manera natural el crecimiento del tumor, sin que haya esos efectos no deseados que presentan muchas drogas anticancerígenas”. La ventaja, y también lo más relevante de ambos compuestos, es que se utilizarían directo en los tumores, sin tener que aplicarlo de forma sistémica, lo que evita efectos no deseados como los de la quimioterapia o la radioterapia, que son muy fuertes.

Morales Montor lo ha aplicado in vitro en células tumorales para impedir su desarrollo. Una fase siguiente es ponerlo directamente en el tumor de ratones con cáncer de colon o de mama para impedir su crecimiento. De tener éxito, asegura, se podría hacer un estudio piloto en humanos.

Además de su comprobado poder analgésico, y su posible papel como agente anticancerígeno, los canabinoides (tetrahidrocanabidiol (THC), cannabidiol y otros derivados de la mariguana) podrían utilizarse contra la anorexia, ya que incrementan el apetito de forma natural.

La promesa del fadrozol

En otra línea de investigación, Morales Montor y colaboradores prueban fadrozol (utilizado en la clínica del cáncer de mama andrógeno dependiente), también ya fuera mercado farmacéutico, para tratar cáncer de colon, más frecuente en los hombres que en las mujeres.

A diferencia del cáncer de mama, que puede ser de origen “estrógeno dependiente”, del cáncer de colon no se sabe a ciencia cierta si hay relación con esteroides.

Sin embargo, a nivel experimental, si a un ratón macho se le quita la gónada, genera “menos tumores y más pequeños”. Si bien a un paciente humano no se le puede quitar un testículo, si se le puede inhibir la unión de andrógenos con sus receptores para ver si no desarrolla ese cáncer.

Con esa meta, el grupo de Biomédicas prueba en un modelo animal el fadrozol, un fármaco que se usaba contra cáncer de próstata, para ver su efectividad contra cáncer de colon.

Las pruebas de concepto con el fadrozol, prometen un uso nuevo y un periodo para llevarlo a la clínica mucho más corto: Por eso esto es mejor, que pensar en un nuevo fármaco para tumores colorrectales.

El fadrozol contra cáncer de colon “no se ha utilizado ni se está utilizando en ningún lado”. Y en eso está este grupo de Biomédicas UNAM en colaboración con el grupo del doctor Ignacio Terrazas de la Unidad de Investigación en Biomedicina (UBIMED), de la FES Iztacala.

Obesidad y antiinflamatorios

No hay fármacos con efecto anti-obesogénico y no hay nada en la literatura científica que diga cómo curar la obesidad “más allá de las recomendaciones de dieta y ejercicio”.

Sin embargo, observaciones experimentales de Morales Montor indican que si se engorda a dos ratones y se infecta a uno de ellos con un parásito, “el animal infectado tienen menos grasa acumulada” que el otro.

A sabiendas de que la obesidad es una enfermedad asociada estrechamente con la inflamación, la meta es probar drogas diseñadas para otras patologías, pero que ayuden a la modulación de sistema inmune e inhiban la inflamación. En esta vertiente de investigación trabajan en Biomédicas-UNAM con anti-inflamatorios.

Contra dengue, zika y chikungunya

Morales Montor ha descubierto que un fármaco usado contra infecciones del tracto urinario (hexosamina) tiene potencial para curar dengue, zika y chikungunya.

No hay —apunta el investigador del IIBO— todavía un fármaco efectivo contra los virus que trasmite el mosquito Aedes aegypti y que causa ese tipo de enfermedades. Y las vacunas van muy retrasadas, aunque ya hay promesa de una contra el dengue.

En nuestro grupo de trabajo hemos probado el efecto de la hexosamina en la replicación del virus del dengue. Y los resultados preliminares han demostrado que la aplicación directa de la hexosamina en cultivos de células de insectos infectadas (células Aag-2) con el virus del dengue, disminuyen de manera dramática la replicación viral y el efecto citopático.

En colaboración con el doctor Humberto Lanz, del Instituto Nacional de Salud Pública de Cuernavaca, y el doctor Ernesto García Ponce, que trabaja con el Aedes aegypti , “probamos el compuesto en sus cultivos de células infectadas con (flavi)virus del mosquito y resultó ser muy efectivo”. Ahora ya están en la fase de probarlo en animales de experimentación.

Para 2021, ya que el virus del Covid19 es primo hermano de los virus que causan dengue, zika y chickungunya, se harán pruebas en Biomédicas para ver el efecto que tiene la hexosamina antes usado para infecciones en vías urinarias sobre el SARS-CoV2.

Este fármaco, muy barato, es muy efectivo para cambiar el pH en en el tracto genitourinario (orina), medio muy ácido y por lo mismo, propicio para el crecimiento de bacterias patógenas. Sin embargo, al aparecer los antibióticos de amplio espectro, muy específicos pero caros, sacaron del mercado a la hexosamina.

En estos proyectos, colaboran también con el doctor Jorge Morales Montor: investigadores, técnicos académicos y estudiantes tesistas adscritos al Departamento de Inmunología del Instituto de Investigaciones Biomédicas.

Fuente: Gaceta UNAM

Buscando agua, encontró petróleo”, es una frase de una canción de Facundo Cabral que bien se puede aplicar al Viagra, fármaco creado para controlar la hipertensión, pero que, por casualidad, se descubrió que mantenía la “erección fuerte” en los viejitos.

Desde hace unos 15 años se experimenta con una teoría que postula la posibilidad de usos nuevos para viejos medicamentos. Aunque no tan viejo, el Viagra es uno de los mejores ejemplos de la viabilidad de ese postulado. Ahora genera “más lana” por su venta para tratar no la hipertensión sino la disfunción eréctil y no nomás en los viejitos.

Experimentos científicos en el mundo indican que la metformina, que se usa contra la diabetes, podría funcionar como anticancerígeno y algunos otros medicamentos para controlar la glucosa en diabetes, logran mejoría en pacientes con VIH.

Necesidad de maximizar

Encontrar nuevos usos a medicamentos viejos surge como necesidad de maximizar recursos en investigación para obtener más rápido un fármaco listo para una aplicación terapéutica distinta a la original.

Experimentar con ese fin en fármacos viejos tiene ventajas. Se ahorra tiempo, dinero y esfuerzo. Para empezar, dice el doctor Jorge Morales Montor, se trabaja con medicamentos que ya fueron probados y se sabe qué efectos colaterales tienen en humanos o animales.

Así que no pasan ya por todas las fases que todo nuevo fármaco debe aprobar. Fases que cuestan millones de dólares a las farmacéuticas, asegura el investigador de la UNAM.

Hay también la posibilidad de encontrar en menos tiempo un nuevo uso terapéutico a un fármaco, viejo o vigente, creado para una infección o patología específica. En general, desarrollar un fármaco efectivo (debe pasar por diferentes fases de pruebas hasta ser aprobado para aplicarse en humanos) “lleva entre 15 y 20 años”.

Farmacéuticas y grupos de investigación en el mundo se han dado cuenta del potencial terapéutico que podrían tener fármacos fuera o vigentes en el mercado para otras patologías. Caso concreto, en la actual pandemia, han sido los intentos de uso de cloroquina (fármaco contra la malaria), contra Covid-19.

En esa búsqueda científica la UNAM no se podía quedar atrás. Morales Montor y sus colaboradores del Instituto de Investigaciones Biomédicas ya tienen resultados preliminares prometedores sobre nuevos usos de dos que tres medicamentos “viejos”.

Hormona anticancerígena

Una hormona y sus productos que utilizaban los atletas para ganar masa muscular, ahora fuera del mercado por la prohibición de su uso (la dehidroepiandrosterona, y sus análogos), es un candidato a patentar por Morales Montor para tratar cáncer de mama.

El investigador de la UNAM descubrió que un epímero (molécula que se produce en el metabolismo de DHEA) in vitro inhibe la proliferación de células de cáncer de mama humanas y al aplicarlo intratumoralmente en ratones con tumores de mamá, impide el crecimiento de las células tumorales, pero también inhibe la metástasis por completo, “al 100 por ciento”.

El nuevo uso anticancerígeno de la hormona está en proceso de patente y en gestión para pasar a una fase preclínica. “Estoy abriendo una línea de colaboración con el Hospital 20 de noviembre y con el Hospital Militar para ver si lo empezamos a probar” en pacientes con cáncer de mama.

Canabinoide antitumoral

Morales Montor trabaja también con un canabinoide sintético, llamado WIN-5512, que tiene los efectos del cannabinoide natural THC (compuesto básico de la mariguana) que a nivel experimental tiene un efecto antiproliferativo importante: inhibe el crecimiento del parásito humano Trichinella spiralis y también el crecimiento tumoral. Normalmente los canabinoides se usan como analgésico, para mitigar el dolor; un nuevo uso que promete este canabinoide sintético es el de ser agente antitumoral.

La idea es ponerlo adentro del tumor, donde está la pelea con las células cancerígenas, para que el compuesto inhiba la replicación de las células tumorales, y entonces el microambiente inmune defienda mejor al organismo y controle “de manera natural el crecimiento del tumor, sin que haya esos efectos no deseados que presentan muchas drogas anticancerígenas”. La ventaja, y también lo más relevante de ambos compuestos, es que se utilizarían directo en los tumores, sin tener que aplicarlo de forma sistémica, lo que evita efectos no deseados como los de la quimioterapia o la radioterapia, que son muy fuertes.

Morales Montor lo ha aplicado in vitro en células tumorales para impedir su desarrollo. Una fase siguiente es ponerlo directamente en el tumor de ratones con cáncer de colon o de mama para impedir su crecimiento. De tener éxito, asegura, se podría hacer un estudio piloto en humanos.

Además de su comprobado poder analgésico, y su posible papel como agente anticancerígeno, los canabinoides (tetrahidrocanabidiol (THC), cannabidiol y otros derivados de la mariguana) podrían utilizarse contra la anorexia, ya que incrementan el apetito de forma natural.

La promesa del fadrozol

En otra línea de investigación, Morales Montor y colaboradores prueban fadrozol (utilizado en la clínica del cáncer de mama andrógeno dependiente), también ya fuera mercado farmacéutico, para tratar cáncer de colon, más frecuente en los hombres que en las mujeres.

A diferencia del cáncer de mama, que puede ser de origen “estrógeno dependiente”, del cáncer de colon no se sabe a ciencia cierta si hay relación con esteroides.

Sin embargo, a nivel experimental, si a un ratón macho se le quita la gónada, genera “menos tumores y más pequeños”. Si bien a un paciente humano no se le puede quitar un testículo, si se le puede inhibir la unión de andrógenos con sus receptores para ver si no desarrolla ese cáncer.

Con esa meta, el grupo de Biomédicas prueba en un modelo animal el fadrozol, un fármaco que se usaba contra cáncer de próstata, para ver su efectividad contra cáncer de colon.

Las pruebas de concepto con el fadrozol, prometen un uso nuevo y un periodo para llevarlo a la clínica mucho más corto: Por eso esto es mejor, que pensar en un nuevo fármaco para tumores colorrectales.

El fadrozol contra cáncer de colon “no se ha utilizado ni se está utilizando en ningún lado”. Y en eso está este grupo de Biomédicas UNAM en colaboración con el grupo del doctor Ignacio Terrazas de la Unidad de Investigación en Biomedicina (UBIMED), de la FES Iztacala.

Obesidad y antiinflamatorios

No hay fármacos con efecto anti-obesogénico y no hay nada en la literatura científica que diga cómo curar la obesidad “más allá de las recomendaciones de dieta y ejercicio”.

Sin embargo, observaciones experimentales de Morales Montor indican que si se engorda a dos ratones y se infecta a uno de ellos con un parásito, “el animal infectado tienen menos grasa acumulada” que el otro.

A sabiendas de que la obesidad es una enfermedad asociada estrechamente con la inflamación, la meta es probar drogas diseñadas para otras patologías, pero que ayuden a la modulación de sistema inmune e inhiban la inflamación. En esta vertiente de investigación trabajan en Biomédicas-UNAM con anti-inflamatorios.

Contra dengue, zika y chikungunya

Morales Montor ha descubierto que un fármaco usado contra infecciones del tracto urinario (hexosamina) tiene potencial para curar dengue, zika y chikungunya.

No hay —apunta el investigador del IIBO— todavía un fármaco efectivo contra los virus que trasmite el mosquito Aedes aegypti y que causa ese tipo de enfermedades. Y las vacunas van muy retrasadas, aunque ya hay promesa de una contra el dengue.

En nuestro grupo de trabajo hemos probado el efecto de la hexosamina en la replicación del virus del dengue. Y los resultados preliminares han demostrado que la aplicación directa de la hexosamina en cultivos de células de insectos infectadas (células Aag-2) con el virus del dengue, disminuyen de manera dramática la replicación viral y el efecto citopático.

En colaboración con el doctor Humberto Lanz, del Instituto Nacional de Salud Pública de Cuernavaca, y el doctor Ernesto García Ponce, que trabaja con el Aedes aegypti , “probamos el compuesto en sus cultivos de células infectadas con (flavi)virus del mosquito y resultó ser muy efectivo”. Ahora ya están en la fase de probarlo en animales de experimentación.

Para 2021, ya que el virus del Covid19 es primo hermano de los virus que causan dengue, zika y chickungunya, se harán pruebas en Biomédicas para ver el efecto que tiene la hexosamina antes usado para infecciones en vías urinarias sobre el SARS-CoV2.

Este fármaco, muy barato, es muy efectivo para cambiar el pH en en el tracto genitourinario (orina), medio muy ácido y por lo mismo, propicio para el crecimiento de bacterias patógenas. Sin embargo, al aparecer los antibióticos de amplio espectro, muy específicos pero caros, sacaron del mercado a la hexosamina.

En estos proyectos, colaboran también con el doctor Jorge Morales Montor: investigadores, técnicos académicos y estudiantes tesistas adscritos al Departamento de Inmunología del Instituto de Investigaciones Biomédicas.

Fuente: Gaceta UNAM

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